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Garúa

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del cielo/ la lluvia se cae de a poco/ en cámara lenta se resbala por el techo hasta alcanzar los jazmines y las magnolias/ se cae hacia el pasto recién crecido que la recibe tierno/ mientras los sapos bailan a su ritmo/ salpica las macetas y las hojas y flores que quedan a su alcance/ juega de amante con la malvarrosa que la recibe/ sobre las ramas que invaden el rosal enredado en el alambre/ como adorno falso/ acechante espina sin aroma/ llega exhausta de tanto beso a la tierra/ que la recibe como si fuera pan en la hambruna/

Madrugada

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  Esta es la hora de la que no se puede huir, esa que ronda minuciosa la cordura sostenida con esfuerzo reune desasosiegos tras las cortinas atrae a la bruma tras los portales olvida los besos que nos salvaron de mil desgracias en otro tiempo  deshilachado por la constancia de su fluir.  Esta es la hora a la que temo, se acerca bajo el murmullo de la hojarasca  se hamaca en las plazoletas abandonadas  se eleva en el sonido metálico provocado por el viento y susurra, en mi oído porque teme desgarrarse en un aullido sin poder hallar el fin.

Otra voz

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Reviso impaciente las palabras que hay en mí.  No soy dueña de lo que pienso. Soy apenas un reflejo de otras voces que se despeñaron sobre mi pensamiento hasta formar esta especie de paisaje lunar.  Reviso imprudente las palabras que salen de mi boca.  No sé si debiera censurar lo que digo, es tan poco lo que me pertenece.  Reviso sin pausa las palabras que no escribo. Duele la presencia del tiempo bajo las plantas de mis pies. No pienso en cuáles han sido los pasos dados, cuántos fueron o qué significado pueden guardar si no es posible volver atrás. No mido las distancias. No dispongo de más horizonte que aquel que veo desde el hoy y perderlo por mirar atrás es insensato. Quizás deba cerrar los ojos para evitar la tentación de voltear la cabeza. La mujer sin nombre vuelta sal todavía me alerta.  Ante la puerta cerrada golpea la mirada una vez y otra y otra. No atiende nadie el llamado. Se teme al mensajero que traiga algo distinto a lo que ya se

Se acabó

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  El triste quehacer de las variables remueve la raíz de las certezas abunda sin decoro ni cobijo, se abraza del plomero y del poeta rechina en el delirio de la noche… hay anhelos que maduran la sevicia del que espera agazapado la derrota un temblor y caos en el pecho, un parir de mierda en la mirada y en la casa oscurecida, el pavor. Un sabor en lo profundo óxido de mares en cavernas una estela de espuma en la marea un montón de pájaros sin patria miles de árboles sin hojas espejos y reflejos rompen las auroras amores olvidados, canciones, viejos disfraces todo brilla desnudo y cruel mientras llueve Una calle adoquinada, faroles apagados un muelle adonde nadie va pero que espera enredaderas enamoradas en las ventanas el perro a solas acostado sobre el suelo brilla desnudo y cruel mientras llueve Cada nube con su oscuro en pleno rayo cada gota redonda y asesina la lluvia desnuda  cruel brillando. Se acabó la fluida voz que la marea alcanza terminó